De Carlo Alberto Borsato, IGCSE2
Diego Velázquez nació en Sevilla en 1599. Conocido y apreciado en todo el mundo por su realismo expresivo, elegante y realista. Quien descubrió el genio del joven Velázquez fue su padre, Juan Rodríguez Velázquez, que envió su hijo de aprendizaje al taller de Francisco de Herrera de Elder. Después, el joven Velázquez se mudó a estudiar con el influyente pintor Francisco Pacheco. Gracias a Pacheco, Velázquez consiguió un trabajo en la corte del rey Felipe IV. A la edad de 18 años abrió su propio estudio y en 1618 se casó con Juana, la hija de Pacheco. En un período de su vida se fue a Italia para aprender más sobre las técnicas de pintura de varios artistas. Volvió a España y obtuvo comisiones importantes en la corte del rey. Volvió a Italia otra vez, en 1649, para representar al papa Inocencio X. Volvió otra vez a su país donde produjo obras importantes como las decoraciones para la boda del rey Luis XIV y de María Teresa. En 1658 fue nombrado “caballero”. Murió el 6 de agosto de 1660 en Madrid, cubierto de fama. El poder de su realismo es el naturalismo de sus obras y su uso único de la luz. Su técnica pictórica fue contaminada en los años por los estilos de artistas como Caravaggio, Rubens, Ticiano, Tintoretto y Raffaello.
En sus numerosas obras se pueden encontrar cuadros famosos como, “El triunfo de Baco” (Los borrachos), “La fragua de Vulcano, “Cristo crucificado”, “El tocador de Venus” y “Las Meninas”.
La obra “La fragua de Vulcano” fue pintada en 1630 y está conservada en el museo del Prado (Madrid). En el cuadro, el pintor bloquea sobre la tela el momento en el que Apolo, cubierto de una luz divina, revela a Vulcano la traición de su esposa Venus con Martes. Todo el asombro y el asco está imprimido en las caras de Vulcano y de sus herreros. Apolo, como era sobrepeso, con la piel clara y la actitud de superioridad, representaba la nobleza. Mientras la oscuridad de la fragua donde trabajaban los cuerpos semidesnudos, sucios y fuertes de Vulcano y de sus herreros, representa la pobreza de la clase obrera. Probablemente el cuadro fue pintado también como sátira porque algunos veían a Velázquez como una espía española en Roma.
Uno de sus cuadros más conocidos es “Las Meninas” (1656), conservado en el museo del Prado. Representa a la princesa Margarita y sus damas de compañía en una escena de corte. El cuadro incluye un autorretrato de Velázquez, que se representa a la izquierda de la tela. La puerta, abierta por el chambelanes, es el centro de perspectiva. En su obra Velázquez puso solo la imagen del rey y de la reina, reflejada en un espejo, quizás porque predijo el declive del imperio español. La gran curiosidad y particularidad de esta obra es el enfoque al revés, donde podemos ver al pintor dibujando en su tela, y el punto de vista del espectador, los que miran el cuadro, es el mismo del sujeto que está siendo pintado. La princesa Margarita, y las meninas, aunque sujeto principal de la obra, en realidad están asistiendo al trabajo de Velázquez mismo mientras está pintado a los reyes, que solo se pueden ver a través del espejo. De esta manera, parece que Velázquez dentro del cuadro está pintando a nosotros que estamos mirando la obra, transformando el público en el sujeto imaginario de la obra misma.
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